20.12.05

Edipo en el futuro

Cuando se estrenó aquí en Lima -duró tan poco en cartelera- me quedé con las ganas de ver Código 46 de Michael Winterbottom. Me reinscribí al ilimitado de Blockbuster y fue mi primera elección. Welcome to Sarajevo, la película con la que quizás se hizo famoso, me tocó hace ya algún tiempo y, peor es nada, a través del cable. Por el mismo medio pude ver The Claim, película de época en la norteamérica del siglo XIX, cuando el ferrocarril empezaba a unir su vasto territorio en emdio de la fiebre del oro. Me gustó. Así que el de Winterbottom era ya un nombre a tomar en cuenta, a seguir. Código 46, futurista sin barroquismos ni estridencias, apelando a tecnologías ya casi entre nosotros y a lugares exóticos y lejos del estereotipo, cuenta una historia de amor sencilla, quizás convencional, en la que los personajes, como en Welcome... y The Claime, deben enfrentar un medioambiente hostil y sacarle la vuelta al sistema para lograr lo que se proponen, en este caso, seguir juntos. Digamos desde el principio que no es una obra maestra, y lo deja claro esta despiadada crítica que encontré, o esta otra, pero no por eso resulta un bodrio, y apelo al título que he colocado para sustentarlo. La clonación, tan en boga, tan actual, hace que en ese futuro los humanos tengan que pasar por un análisis de laboratorio antes de iniciar una relación amorosa, puesto que se corre el riesgo de unirse a un ser ligado genéticamente -como si te fueras a enamorar de tu hermana o madre sin saberlo-. El código 46 es una norma que busca prevenir o corregir tales casos. Resulta pues que María, de quien se enamora William, vendría a ser algo así como su madre, porque ella es, según entendí y no creo equivocarme, una clon de la mujer considerada progenitora de William, quien fue, además, concebido in vitro. A pesar de saber esto y dudar un poco, William no retrocede y asume sus sentimientos, que lo llevan finalmente a ser juzgado y obligado a olvidar. Un complejo de Edipo presente en este film, que no logra cuajar del todo pero que mantiene el estilo Winterbottom: distancia hacia los personajes, paisajes amplios y excelentemente fotografiados, y un gran dominio del encuadre. Una pela distinta a lo que normalmente vemos en ciencia ficción por aquí -lo que se agradece-, buenas actuaciones y un final que no es feliz, algo que tampoco es muy frecuente y que hace, aunque sea un poquito, reflexionar.