22.4.06

Cristo hombre


Vi anoche, después de años, La última tentación de Cristo de Martin Scorcese en el cable, y me animó a escribir algo aquí, lugar tan abandonado, ya cubierto de polvo, pero jamás olvidado. Verla trajo a mi memoria todo el "escándalo" que significó su estreno en Lima, atrasadísimo de paso ya que se filmó en 1988 y llegó unos diez años después, aproximadamente, no recuerdo con exactitud. Sobretodo, se me refrescan los incidentes en el cine El Pacífico, si no me equivoco el único que la proyectó. Gaseosas y palomitas de maíz volando rumbo a la pantalla en respuesta a lo que algunos consideraban un insulto, el peor de los agravios, un imperdonable acto de profanación del más sagrado personaje del cristianismo. No fui testigo de los hechos, pero sí se comentaron mucho. Es más, el día que la fui a ver, en previsión de que se pudiesen repetir ese tipo de expresiones de rechazo, miembros de seguridad registraban a cada espectador que ingresaba a la sala, impidiéndose también el consumo de las mentadas gaseosas y canchita, sólo para los que iban a ver La última tentación -esto último espero no sea invento mío, pero creo que sucedió así, en todo caso le preguntaré a Ella, que fue conmigo a verla a pesar de su miedo y su cucufato respeto católico-.

¿Y todo por qué? Porque el Jesús de Scorcese y Kazantzakis -autor del libro en el que se basa la película- aparecía haciendo el amor con María Magdalena -y ojo que no digo teniendo sexo solamente, porque lo que había ahí, por encima de todo, era amor-.

Estoy segurísimo que ninguno de los que rechazaron, y rechazan aún hoy, la película se tomaron el tiempo de verla completa o de analizarla, de encontrar en ella lo que verdaderamente era, un film profundamente cristiano. Porque en ella vemos a un Jesús que duda, que sufre porque no sabe qué hacer ante el llamado de dios que lo atormenta mañana, tarde y noche, y que en su temor se dedica a fabricar las cruces con las que los romanos ejecutan a los profetas judíos, a los hombres de dios, para que éste lo odie y lo deje libre, pero que termina aceptando su misión sin perder del todo el miedo y la inseguridad. Un Jesús humano, un Jesús cercano, y aún así el hijo de dios en la tierra, capaz de hacer milagros, de sacarse el corazón y mostrarlo a sus discípulos, un hijo capaz de amar a su padre tanto como al resto de humanos, razón estos últimos de su existencia.

Ninguno de sus detractores vio eso, actuando como fundamentalistas fanáticos. ¿Acaso no se daban cuenta que las escenas que los escandalizaban correspondían a una última prueba, una perfecta fantasía creada por Lucifer para engañar al hijo del hombre y hacerlo desistir a última hora de su gran misión, la última tentación del título? ¿Les fue tan difícil verla así? ¿Merece una escena de amor ser tan vilipendiada, odiada y atacada?

Mención aparte para el personaje de Judas, tan de moda hoy en día, como el verdadero empuje y soporte de la misión de Jesús, a quien tanto amó y que termina convirtiéndose en una suerte de reflejo del mesías, un rebelde en todo el sentido de la palabra, comprometido hasta el tuétano con la causa, capaz de asesinar en nombre de dios, pero que comprende finalmente la verdadera misión de Jesús al punto de aceptar ser él quien se encargue de entregarlo. Otro gran sacrificado, otro cordero.

Es imprescindible. Lean aquí, aquí y aquí otras opiniones y datos.

9.4.06

Taquicardia boy

Las elecciones son hoy y yo, los domingos, juego fulbito. Así que para que esta fecha cívica no se convirtiera en un completo desperdicio, la gente acordó que jugáramos ayer. 5 p.m., hora exacta dijeron. Recién empezamos a las 6.

Yo tenía algo de fastidio con eso porque, a las 6, el sol ya casi está escondido. Yo uso lentes, anteojos, y me los quito para poder jugar. Pero así, con la luz del día, puedo ver muy bien. Sin ella, todo es un distorsión, borrón, nadie tiene rostro, la pelota es una mancha blanca que va de un lado a otro. Había luz artificial, pero sólo empezó a funcionar una hora después de empezar y, una vez encendida, hizo mínima diferencia.

La cosa fue que, a pesar de todo, no jugué mal. Marqué bien, corrí duro, metí un golazo. Me sentía fuerte y energético, me sentía bien. Hasta que, en una jugada esforzada, de pronto, mi corazón cambió de ritmo, empezó a galopar pero con un latido acentuado, apurado y excéntrico. Se quería salir del pecho. Tuve que casi parar, dejar que la pelota pasara por mi lado sin intentar atenazarla. Tuve que evitar dejarme llevar por un incipiente pánico -cuántos han visto así los últimos segundos de su vida-. Hasta que mi corazón retomó a su percusión original. De un momento a otro también.

Ya no pude seguir jugando igual. Trotaba con miedo. Pedía balones sin convicción. La diversión había terminado. Yo sólo quería volver a casa. Y es que fue algo nuevo. Ya me había acostumbrado a las arritmias, y ahora estas aparentes taquicardias quieren también un poquito de comprensión de mi parte. Váyanse al cacho. Amor-odio. Supongo que, si vuelven a aparecer, también me acostumbraré. Corazón maldito, ojalá fueras de piedra. Déjame tranquilo. No me des sustos, no me trates así. Ay, corazón, mi corazón.

5.4.06

Hay que satisfacer a la hinchada.

Pero no te vayas a enojar que tú no estás tan hinchada, mi Nega. Lo que pasa es que, siendo tú la única -casi única porque eventualmente algún perdido chequea esto y sólo una vez la China dejó su huellita-, te he nombrado presidenta del club de fans de Andando sin zapatos. ¿Qué tan importante puede ser a nivel blogósfera? Imagino que tanto como el FIM de Olivera para las presentes elecciones, pero eso no importa. Para mí, eres la namber guan.

Soy un flojo, eso es lo que pasa. Ya debería tener título profesional en la especialidad. Hasta para lo que me gusta hacer puedo dejar lugar a la flojera. Desde el 20 de marzo no posteo y me ha causado remordimientos, pero con la flojera al costado. Soy un caso.

Lo de la agencia anda ahí, en plena fase de parto. Y es un parto lento y duro. Yo pongo el hombro pero igual hay cosas que se demoran porque tienen que ser así. Y eso aburre. La zona es muy buena. Está la universidad Cayetano Heredia muy cerca -obviamente el hospital también-, y la Av. Honorio Delgado hierve de actividad comercial. Hay farmacias, policlínicos, restaurantes... hay de todo. Varias funerarias. Justo, a unas cuantas casas de donde estamos, hay una bien organizada, más o menos grande, con tres, si conté bien, unidades de transporte. A veces, me he cruzado con los ataúdes saliendo del local. Vacíos, seguramente. Pero estremecen igual. De qué color será el mío.

Me han contado en casa de mi mamá que los libros que pedí con mi cuento ya llegaron, directo de Argentina. El domingo, luego de las elecciones, voy a almorzar por allá y los voy a ver. Cierta ansiedad me brota, pero ahí nomás. Hablando de mi mamá, hace dos días se dio un tropezón en el Sabogal, yendo hacia el laboratorio para unas pruebas que le mandaron, y se sacó la ñoña. Se dio un tropezón que la tiró al piso con violencia y le hizo volar sus lentes y romper su plancha de dientes. Tres dientes de ella se rompieron. Se le rajó el labio y ya me ha contado que se moreteado y que le duele cuando se ríe. Me pegué un sustazo cuando mi hermana me contó por mail porque creí que se había roto algo. Es común que, con ese tipo de caídas, termine rota la cadera o la pelvis, zonas que son difíciles de recuperar en personas mayores. Bueno, mi mamá no es revieja pero ya está en los 60´s. Por suerte, está mejorando.

Y parece que yo también. Me refiero al blog. Será hasta la... ¿próxima?