25.6.07

Memorias de microbús

No sé por qué es que se me vino a la mente hoy. Estaba acomodado en un asiento de microbús, sobre la llanta derecha de atrás. Eran casi las 9:30 y el frío asesino que nos acompaña a diario últimamente caía a pelo con la noche húmeda. Hace dos horas nomás.

Tendría 10 años creo, ú 11. Recuerdo con claridad que estaba en la cocina de la casa de mis padres, era también de noche, y mi mamá preparaba algo en una olla, o calentaba la comida. Mi hermana estaba a su lado o quizás recién llegaba a esa ubicación. Yo estaba molesto, rabioso, iracundo. Acababa de decirle a mi mamá -es más, la última sílaba no había abandonado todavía mi boca-: POR TU CULPA, CUANDO SEA GRANDE, VOY A MATAR GENTE, cuando la mano derecha de mi hermana, mayor que yo 7 años, me torció la cara. La primera bofetada de mi vida. ZZUUUAAAAÁ!!! Carajo que me dolió.

Me quedé respirando con odio, haciendo un ruido de toro embestidor. Mi mamá me dijo algo más, seguro, recriminándome y al mismo tiempo confirmando que había hecho los méritos necesarios para ganarme un fabuloso cachetadón. Mi hermana, ni que se diga; creo que me dijo algo así como NO DIGAS ESTUPIDECES, pero no estoy seguro. El recuerdo es muy nebuloso.

Lo gracioso es que lo que menos recuerdo es el por qué. Por más esfuerzo que haga no llego a alcanzar esa caja negra que contiene la razón de mi terrible -por lo criminal y, cómo no, por lo desacertado- pronóstico. ¿Cómo es que llegué a esa sentencia escalofriante? Dentro del micro comencé a reir. Hasta me sonrojé. Las cosas que se le pueden ocurrir a uno cuando se es chibolo y no se tiene más preocupaciones que simplemente joder.

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