23.1.06

Somos Caín y Abel al mismo tiempo.


Una gran película. Una historia sencilla que sirve para examinar al ser humano en su fascinación por la violencia, en su condición de doble (por un lado bondadoso y buen vecino, por el otro un asesino brutal y despiadado). Cuando se inicia la transformación (hay que ver cómo cambian los rostros de los personajes conforme
se suceden los hechos: las miradas, la tensión) o el retorno del pasado, el virus de la violencia se extiende, se contagia: el hijo también pega, el sexo es un acto que nada tiene que ver con la ternura (aquella escena de sexo entre Vigo Mortensen y María Bello es bella, cargada de resonancias... memorable). Finalmente, una vez que la violencia se dejó ver, los protagonistas tendrán que aprender a vivir con ella. Nada será igual que antes. Punto para Cronenberg.